jueves, 11 de enero de 2007

¿La cámara de la abuela? ¿De verdad?


En el blog de Mark Shuttleworth leo que, según él, tanto los usuarios avanzados como los usuarios que no modifican absolutamente nada en su computadora están bien servidos por Ubuntu. Para los primeros porque Ubuntu les permite modificar el funcionamiento del sistema operativo a su antojo (como cualquier otra distro, bah) y para los segundos porque "simplemente funciona". El problema son, en su opinión, los usuarios intermedios que probablemente agreguen una cámara digital, o un iPod, o cosas por el estilo y, probablemente, esos dispositivos vengan sólo como drivers para Windows. Básicamente, hay que lograr que Ubuntu haga funcionar "la cámara de la abuela" sin problemas.

Si bien respeto mucho al señor Shuttleworth (y le estoy muy agradecido por Ubuntu), creo que está olvidando algunas cosas:

1) La "abuela", como él la llama, difícilmente sepa que Ubuntu existe. Seamos sinceros, es muy tonto intentar que una persona "grande" aprenda a usar GNU/Linux cuando a duras penas entiende qué demonios está haciendo al apretar el botón de encendido de la PC. Lo más probable es que ni siquiera sepa usar "la cámara" (o el dispositivo que sea).

2) Los drivers binarios, ¿son realmente la solución? Muchas gente cree que Windows se cuelga porque los programadores de Microsoft son todos una manga de ignorantes que no tienen ni idea de lo que hacen y, para rematarla, no les interesa lo más mínimo si las cosas andan o no. Más allá de que hay ciertas cosas que sí son su culpa (hacks asquerosos para mantener retrocompatibilidad), la realidad es que el peor karma de Windows son los drivers repletos de errores que distribuyen ciertos fabricantes de hardware barato. ¿Queremos ver eso en GNU/Linux? Yo, personalmente, no.

3) El soporte de hardware no es el único problema de GNU/Linux, hay mucha gente que no quiere aprender a usarlo, soporte iPods o no.

Yo soy partidario de que las cosas simplemente funcionen, pero hay ciertos límites. Mi apuesta sería en las generaciones futuras, que no tienen problemas en aprender cosas nuevas, y que pueden ser educados para no consumir aquellos productos que perjudiquen más que resultar útiles.

Esos son mis dos centavos.

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